Tori Woods: el peligroso juego con los límites
Hay una pregunta que me hago desde hace, como mínimo, un año: ¿qué está pasando en la industria editorial, en el mundo de la lectura, con los libros? Hoy no abordaré este tema que me queda gigante, sino un ejemplo de que deberíamos hacernos preguntas de ese estilo con más frecuencia: Tori Woods (o Lauren Ashley, o Lauren Tesolin- Mastrosa) y su libro Daddy’s little toy.
¿Cómo se sienten con el título? Es curioso ¿no? ¿Y con la portada? Sin saber absolutamente nada del asunto, en cuanto la vi, me dejó sin palabras.
Ayer, Tori Woods fue noticia en las redes sociales; la policía del departamento de New South Wales de Australia la detuvo porque “The woman was charged with [possessing] child abuse material, [disseminating] child abuse material and [producing] child abuse material.” Es decir: posesión, difusión y elaboración de material ligado al abuso infantil. Y sí, son cargos específicamente vinculados con el libro que publicó con el nombre Daddy’s little toy.
A Lauren Tesolin- Mastrosa ya le concedieron libertad condicional y la convocaron a a comparecer ante la justicia el 31 de marzo, pero no tenemos que esperar hasta ese momento para que se filtre alguna declaración o confesión. Ya lo hizo en sus redes sociales (inactivas por el momento), porque este escándalo no surgió repentinamente ayer. Por lo que declaran las autoridades, han recibido denuncias contra Daddy’s little toy desde el 21 de este mes. ¿Entre quiénes, se estima, surgieron la preocupación, las quejas y las acusaciones? De los mismos lectores que habrían recibido copias del libro para que fuera reseñado y difundido. Una práctica bastante común hoy en día.
Los entiendo. Me alcanzó con leer la contraportada en la que se presentan los personajes…
El campo semántico de la niñez a mí me abruma, las metáforas y las ambigüedades que sugieren algo erótico rodeando a la infancia, como poco, me espanta. No pretendo, en esta oportunidad, profundizar demasiado en lo que a mí me pasa con este tipo de historias -ya estoy bastante comprometida investigando el dark romance-, sin embargo, no puedo evitar la perplejidad al pensar que se supone que este libro trata lo que se llama daddy dominant/little girl (una práctica dentro del BDSM). ¿La autora no supo/quiso ver que estaba yendo más allá? ¿Tuvo editores que podrían habérselo señalado? ¿Y la ilustración de la tapa? Si la protagonista de la historia ya es mayor de edad y es un libro con temáticas adultas ¿qué hacen esos cubos y esa tipografía típica de los niños pequeños combinados con un título como Daddy’s little toy?
Les cuento qué hay detrás y alrededor de este libro, hasta ahora.
Las acusaciones contra la autora comienzan con que su historia gira en torno a una adolescente de 18 años de edad y el mejor amigo de su padre. Hasta ahí, se podría pensar que se trata de un romance entre dos personajes con una diferencia de edad considerable, un cliché bastante más frecuente y antiguo de lo que mucha gente cree.
Lo que llamó más la atención, incomodó y molestó fue que ese vínculo se diera:
- Entre una adolescente y un adulto que ya se conocían hace mucho y, por lo tanto
- El adulto involucrado en la relación sintió interés y deseo “antes de que pudiera legalmente admitirlo”. De hecho, en las extracciones de la novela que circulan, se pueden leer reflexiones del personaje de Arthur, donde admite experimentar atracción por una niña (utiliza el término toddler).
Sí, así como leen.
Como ya sabemos, la reacción en las redes sociales ante un evento de estas características es inmediata y feroz. Previo a que las denuncias se hicieran efectivas y comenzara la investigación policial, ya había Tiktoks e hilos de Threads en los que se comentaba con repulsión e inquietud que Daddy’s little toy hace apología del abuso sexual de menores.
Por ello, Tori Woods emitió un comunicado que tampoco aclaró bien las cosas y, me atrevo a decir, las empeoró. Es que ¿cómo podría justificar que escribió un libro sobre estos personajes como si fuera un romance? Porque el tono y la intención con los que se cuenta una historia son importantes.
En segundo lugar, se disculpó públicamente con las personas que habían colaborado en su proceso de autopublicación. Mientras solicitaba que no hostigaran a la ilustradora y editora, admitió que no había sido completamente sincera con ellas con respecto a la trama del libro y que el diseño de la portada tenía más que ver con una idea general que con lo que se cuenta en detalle en Daddy’s little toy. Esto luego fue confirmado por la misma ilustradora, Georgia Stove, quien dijo que había ignorado lo que había en el libro cuando trabajó para la autora.
Sin embargo, como mencioné antes, esto no quedó en las redes. Las autoridades de Australia allanaron la casa de Lauren Tesolin- Mastrosa y confiscaron varios ejemplares para continuar la investigación. Por lo que informan los distintos medios de comunicación, ese sería el material a partir del cual se realizó la acusación.
Hasta ahora, el escándalo de Tori Woods y su Daddy’s little toy continuará en el tribunal de justicia local, pero tanto a mí como a varias de mis amigas nos produjo no pocas preguntas y dudas. Lo que sigue son reflexiones a partir de la búsqueda de más información, y su fin no es desmentir ni desmerecer la responsabilidad y los cargos de la autora por haber escrito y publicado un libro que ya desde la portada es alarmante.
En primer lugar, tuve que indagar sobre este tipo de historias, en concreto aquellas en las que los vínculos entre los personajes representan la dinámica daddy dominant/little girl. El BDSM, por lo menos para mí y diría que para un gran porcentaje de la población lectora, no es novedad, por lo que no fue tan difícil encontrar más títulos. Hubo uno en concreto que me llamó la atención porque veo muchas similitudes con Daddy’s little toy: Torn, de Carian Cole.
No sé si se sorpenderían como yo al ver que tiene bastantes reseñas, muy positivas, y en las que se intenta explicar que el vínculo entre los personajes “está muy bien hecho” y “fundamentado por la autora”. El caso, como dije, es parecido al de Lucy y Arthur: Kenzi es una adolescente de 18 años que confiesa en la sinopsis que se siente atraída por Tor, el mejor amigo de su padre y su “pseudo tío”, desde muy pequeña pero que, un día, un beso lo cambió todo de verdad.
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Imagen extraída de Café y gotas de tinta. |
Entre los comentarios positivos que hallé sobre el libro, descubrí que el argumento que más se utiliza para fundamentar estas relaciones entre los personajes es la idea de destino y almas gemelas. Los lectores entienden que en serio no hay edad para este amor porque trasciende a los personajes. Ellos no pueden controlar algo que los excede tanto, una conexión que surge en cuanto la niña nace (¿no suena de otras historias?). De hecho, en Torn también nos cuentan que Tor estuvo enamorado de la madre de Kenzi, pero que su amigo, y futuro padre de su "destinado" interés amoroso, la había conquistado. Hay varios análisis de este personaje en las diversas plataformas lectoras, por si alguien quiere buscar más.
Me pregunto ¿esto es suficiente para entender la existencia de Daddy’s little toy? Evidentemente no lo fue. ¿Qué pasó entonces? ¿Habrá sido la portada? ¿El texto de Arthur en la contraportada que no nos muestra un personaje masculino conflictuado? ¿Les llegó una copia anticipada a lectores que justo no consumen ese tipo de historias? Quizás es todo esto junto y muchas cosas más.
Ojo, no es que Torn no tiene críticas. Las hay y son varias. Muchos lectores marcan que es desagradable que el romance se vaya desarrollando a la par que leen flashbacks en los que Kenzi es una niña que aprende a hablar, y/o que el mismo Tor, en una oración que no voy a compartir (pero que pueden pedírmela o encontrarla en las redes), une términos y expresiones sexuales con su recuerdo de haberla acunado. ¿Entonces?
Ahora si busco el nombre de Daddy’s little toy me aparecen libros infantiles, entre muy pocas imágenes vinculadas a la autora. ¿De no haber ocurrido todo esto, se habría mezclado en el buscador esa portada y tendríamos, una vez más, un libro en una categoría a la que claramente no pertenece? Podrán decir que un libro dirigido específicamente al público infantil se distinguiría en una librería por tamaño, formato y demás; y aunque la mezcla de categorías es un tema que me interesa e inquieta, mi comentario no apunta a que algún distraído pueda comprar ese libro pensando que sería un regalo más que adecuado para su sobrina de 5 años. No, sino a lo que simbólicamente estaría representando. Un intruso en un mundo en el que se supone que cuidan a las infancias, niñez y juventud. Bastante preocupante ¿no?
Evidentemente, estamos cruzando límites. No me gustaría fundamentar todo esto de una manera un tanto impersonal, corriendo al ser humano y diciendo “esta época nos tiene trastornados”. Hay que tener cuidado con los sujetos que empleamos. Por supuesto que los contextos nos condicionan y todos somos una parte minúscula en la historia de la humanidad, pero no nos quitemos responsabilidad. Algo hay que decir. Sin embargo, también sería útil que abriéramos nuestro campo de visión, que fuéramos un poco más allá e indagáramos “expansivamente”.
Yo confieso que en mi proceso de escritura intenté ser lo más “ascéptica” que pude, pero tanto explícita como implícitamente la subjetividad se me escapa. Carezco del talento y la capacidad para evitarlo, y, en cuanto desde la emocionalidad esto me afectó de alguna manera, busqué información al respecto. Porque estas cosas deben saberse. Los lectores, y los que no lo son tanto también, formamos parte de un mercado amplísimo, con agentes invisibles o que buscan serlo, con mucha gente responsable de lo que llega a las estanterías. Una cadena de producción de ideas, de contenido, de historias, que involucra varios procesos y personas.
¿Es Lauren Tesolin- Mastrosa responsable de lo que ocurre con su libro? Por supuesto. ¿Es la única? No busco de ninguna manera borrar su nombre ni matizar su participación en ningún sentido. Sí me parece que tenemos que ampliar la mirada y escandalizarnos a otra escala: ¿Cómo llegamos a esto? Una de las conversaciones que tuve con una amiga a quien admiro mucho, Liz de Reseñaliz, giraba en torno a su inquietud por encontrar las razones de que se esté escribiendo esto y de esta manera (espero que algún día publique algo sobre el tema porque será un artículo imperdible); otro debate con mis bellas amigas Vero, Dai, Yani y Lu -las responsables de que me haya enterado de Daddy’s little toy- apuntaba a si Tori Woods merece ir a la cárcel. Sí, a todas nos gusta complicarnos la vida con dilemas morales e intelectuales. A lo que apunto al comentarles estos ejemplos personales es a que el libro protagonista de este artículo puede y debe impulsar más reflexiones que no se queden en “métanla presa a Lauren Tesolin- Mastrosa”.
Es necesaria una última aclaración. En medio de la vorágine digital, las modas y las exigencias de un mercado siempre depredador, no creo que haya que dejar que este título se mezcle automáticamente con el dark romance, ni que empiecen las persecuciones a las personas que leen dicho género. Hay que ser cautos y pensar muy bien las palabras que escogeremos para hablar de estos asuntos, no porque vayamos a estar equivocados si nos escandaliza el abuso sexual infantil. No relativicemos eso. Pero, la generalización y el señalamiento indiscriminado muchas veces van de la mano, y los lectores, creo yo, debemos incentivar justamente lo contrario. Las palabras tienen un poder que considero inconmensurable, espero que estas experiencias sirvan como prueba de ello.
Fuentes
Me encantó tu post!
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